viernes, 23 de noviembre de 2012

Racionalismo helenístico y romano
Cicerón se veía como el defensor del orden establecido, a pesar de su escepticismo personal respecto a los mitos y su inclinación hacia concepciones más filosóficas de la divinidad.
Durante el período helenístico, la mitología adquirió el prestigio de conocimiento elitista que señalaba a sus poseedores como pertenecientes a cierta clase. Al mismo tiempo, el giro escéptico de la edad clásica se hizo incluso más pronunciado.[67] El mitógrafo griego Evémero fundó la tradición de buscar una base histórica real para los seres y sucesos mitológicos.[68] Aunque su obra original (Escrituras sagradas) se ha perdido, se sabe mucho de ella por lo que registraron Diodoro Sículo y Lactancio.[5]
Las hermenéuticas racionalizadoras de la mitología se hicieron aún más populares bajo el Imperio romano, gracias a las teorías fisicalistas de la filosofía estoica y epicúrea. Los estoicos presentaban explicaciones de los dioses y los héroes como fenómenos físicos, mientras los evemeristas los racionalizaban como personajes históricos. Al mismo tiempo, los estoicos y los neoplatónicos promovían los significados morales de la tradición mitológica, basados a menudo en las etimologías griegas.[69] Mediante su mensaje epicúreo, Lucrecio había buscado expulsar los temores supersticiosos de las mentes de sus conciudadanos.[70] Livio también fue escéptico respecto a la tradición mitológica y afirmaba que no intentaba enjuiciar tales leyendas (fabulae).[67] El desafío para los romanos con un fuerte sentido apologético de la tradición religiosa era defender esa tradición mientras concedían que a menudo era un caldo de cultivo para la superstición. El anticuario Varrón, que consideraba la religión una institución humana de gran importancia para la preservación del bien en la sociedad, dedicó rigurosos estudios a los orígenes de los cultos religiosos. En su Antiquitates Rerum Divinarum (que no se conserva, aunque La ciudad de Dios de Agustín señala su enfoque general) Varrón argumenta que mientras el hombre supersticioso teme a los dioses, la auténtica persona religiosa los venera como a padres.[70] En su obra distinguía tres tipos de dioses:
  1. Dioses de la naturaleza: personificaciones de fenómenos tales como la lluvia y el fuego.
  2. Dioses de los poetas: inventados por bardos sin escrúpulos para incitar las pasiones.
  3. Dioses de la ciudad: inventados por sabios legisladores para tranquilizar e iluminar al pueblo.
El académico romano Cotta ridiculizó tanto la aceptación literal de los mitos como la alegórica, declarando rotundamente que no tenían lugar en la filosofía.[67] Cicerón desdeñaba generalmente los mitos, pero —como Varrón— hacía énfasis en su apoyo a la religión estatal y sus instituciones. Es difícil saber cuán bajo se extendía este racionalismo en la escala social.[67] Cicerón afirma que nadie (ni siquiera las viejas y los niños) es tan tonto como para creer en los terrores del Hades o la existencia de Escila, los centauros u otras criaturas compuestas,[71] pero por otra parte el orador se queja el resto del tiempo del carácter supersticioso y crédulo de la gente.[72] De natura deorum es el resumen más exhaustivo de Cicerón de esta línea de pensamiento.[70]

[editar] Tendencias sincréticas

En la religión romana el culto del dios griego Apolo (copia romana antigua de un original griego del siglo IV, Museo del Louvre) fue combinado con el culto de Sol Invictus. La adoración de Sol como protector especial de los emperadores y del imperio permaneció como principal culto imperial hasta que fue reemplazado por el Cristianismo.
En la Antigua Roma apareció una nueva mitología romana gracias a la sincretización de numerosos dioses griegos y de otras naciones. Esto ocurrió gracias a que los romanos tenían poca mitología propia y la herencia de la tradición mitológica griega provocó que los principales dioses romanos adoptasen rasgos de sus equivalentes griegos.[67] Los dioses Zeus y Júpiter son un ejemplo de este solapamiento mitológico. Además de la combinación de dos tradiciones mitológicas, la relación de los romanos con religiones orientales llevó a más sincretizaciones.[73] Por ejemplo, el culto del Sol fue introducido en Roma tras las exitosas campañas de Aureliano en Siria. Las divinidades asiáticas Mitra (es decir, el Sol) y Baal fueron combinadas con Apolo y Helios en un solo Sol Invictus, con ritos conglomerados y atributos compuestos.[74] Apolo podía ser cada vez más identificado en la religión con Helios o incluso con Dioniso, pero los textos recapitulando sus mitos rara vez reflejaban estas evoluciones. La mitología literaria tradicional estaba cada vez más disociada de las prácticas religiosas reales.
La colección de himnos órficos y las Saturnales de Macrobio, conservadas desde el siglo II, también están influidas por las teorías racionalistas y las tendencias sincréticas. Los himnos órficos son un conjunto de composiciones poéticas preclásicas, atribuidas a Orfeo, a su vez objeto de un renombrado mito. En realidad, estos poemas fueron probablemente compuestos por varios poetas diferentes, y contienen un rico conjunto de indicios sobre la mitología prehistórica europea.[75] La intención declarada de la Saturnalia es transmitir la cultura helénica que había obtenido de sus lecturas, incluso aunque mucho de su tratamiento de los dioses está contaminado por la mitología y teología egipcia y norteafricana (que también afectan la interpretación de Virgilio). En la Saturnalia reaparecen los comentarios mitográficos influenciados por los evemeristas, estoicos y neoplatónicos.[69]

[editar] Interpretaciones modernas

La génesis de la moderna comprensión de la mitología griega está considerada por algunos investigadores en una doble reacción de finales del siglo XVIII contra «la tradicional actitud de animosidad cristiana», en la que la reinterpretación cristiana de los mitos como una «mentira» o fábula se había conservado.[76] En Alemania, sobre 1795, hubo un creciente interés por Homero y la mitología griega. En Gotinga Johann Matthias Gesner comenzó a revivir los estudios griegos, mientras su sucesor, Christian Gottlob Heyne, trabajó con Johann Joachim Winckelmann y sentó las bases para la investigación mitológica tanto en Alemania como en los demás lugares.[77]

[editar] Enfoques comparativo y psicoanalítico

El desarrollo de la filología comparativa en el siglo XIX, junto con los descubrimientos etnológicos del siglo XX, fundó la ciencia de la mitología. Desde el Romanticismo todo el estudio de los mitos ha sido comparativo. Wilhelm Mannhardt, Sir James Frazer y Stith Thompson emplearon el enfoque comparativo para recolectar y clasificar los temas del folclore y la mitología.[78] En 1871 Edward Burnett Tylor publicó su Primitive Culture, en el que aplicó el método comparativo e intentó explicar el origen y evolución de la religión.[79] [80] El procedimiento de Tylor de agrupar el material cultural, ritual y mítico de culturas ampliamente separadas influyó tanto en Carl Jung como en Joseph Campbell. Max Müller aplicó la nueva ciencia de la mitología comparada al estudio de los mitos, en los que detectó los restos distorsionados del culto a la naturaleza ario. Bronisław Malinowski enfatizó las formas en las que los mitos cumplían funciones sociales comunes. Claude Lévi-Strauss y otros estructuralistas han comparado las relaciones formales y patrones en mitos de todo el mundo.[78]
Sigmund Freud presentó una concepción transhistórica y biológica del hombre y una visión del mito como expresión de ideas reprimidas. La interpretación de los sueños es la base de la interpretación freudiana de los mitos y su concepto de los sueños reconoce la importancia de las relaciones contextuales para la interpretación de cualquier elemento individual de un sueño. Esta sugerencia encontraría un importante punto de acercamiento entre las visiones estructuralista y psicoanalista de los mitos en el pensamiento de Freud.[81] Carl Jung extendió el enfoque transhistórico y psicológico con su teoría del «inconsciente colectivo» y los arquetipos (patrones «arcaicos» heredados), a menudo codificados en los mitos, que surgen de ella.[2] Según Jung, «los elementos estructurales que forman los mitos deben ser presentados en la psique inconsciente».[82] Comparando la metodología de Jung con la teoría de Joseph Campbell, Robert A. Segal concluye que «para interpretar un mito Campbell simplemente identifica los arquetipos en él. Una interpretación de la Odisea, por ejemplo, mostraría cómo la vida de Odiseo se ajusta a un patrón heroico. Jung, por el contrario, considera la identificación de arquetipos meramente el primer paso en la interpretación de un mito».[83] Károly Kerényi, uno de los fundadores de los estudios modernos de la mitología griega, abandonó sus primeros puntos de vista sobre los mitos para aplicar las teorías de arquetipos de Jung a los mitos griegos.[84]

[editar] Teorías sobre sus orígenes

Hay varias teorías modernas sobre los orígenes de la mitología griega. Según la teoría escritural, todas las leyendas mitológicas proceden de relatos de los textos sagrados, aunque los hechos reales han sido disfrazados y alterados.[85] Según la teoría histórica todas las personas mencionadas en la mitología fueron una vez seres humanos reales y las leyendas sobre ellas son meras adiciones de épocas posteriores. Así, se supone que la historia de Eolo surgió del hecho de que éste era el gobernante de algunas islas del mar Tirreno.[85] La teoría alegórica supone que todos los mitos antiguos eran alegóricos y simbólicos. Mientras, la teoría física se adhiere a la idea de que los elementos de aire, fuego y agua fueron originalmente objetos de adoración religiosa, por lo que las principales deidades eran personificaciones de estos poderes de la naturaleza.[85] Max Müller intentó comprender una forma religiosa protoindoeuropea determinando su manifestación «original». En 1891, afirmó que «el descubrimiento más importante que se ha hecho en el siglo XIX respecto a la historia antigua de la humanidad [...] fue esta simple ecuación: Dyeus-pitar sánscrito=Zeus griego=Júpiter latino=Tyr nórdico».[79] En otros casos, los cercanos paralelismos en el carácter y la función sugieren una herencia común, aunque la ausencia de evidencia lingüística haga difícil probarla, como en la comparación entre Urano y el Varuna sánscrito o las Moiras y las Nornas.[86] [87]
Por otra parte, la arqueología y la mitografía han revelado que los griegos fueron inspirados por algunas civilizaciones de Asia Menor y Oriente Próximo. Adonis parece ser el equivalente griego —más claramente en los cultos que en los mitos— de un «dios moribundo» de Oriente Próximo. Cibeles tiene sus raíces en la cultura anatolia mientras gran parte de la iconografía de Afrodita surge de las diosas semíticas. Hay también posibles paralelismos entre las generaciones divinas más antiguas (Caos y sus hijos) y Tiamat en el Enûma Elish.[88] [89] Según Meyer Reinhold, «los conceptos teogónicos de Oriente Próximo, incluyendo la sucesión divina mediante la violencia y los conflictos generacionales por el poder, hallaron su camino [...] a la mitología griega».[90] Además de los orígenes indoeuropeos y de Oriente Próximo, algunos investigadores han especulado sobre las deudas de la mitología griega con las sociedades prehelénicas: Creta, Micenas, Pilos, Tebas y Orcómeno.[91] Los historiadores de la religión estaban fascinados por varias configuraciones de mitos aparentemente antiguas relacionadas con Creta (el dios como toro, Zeus y Europa, Pasífae que yace con el toro y da a luz al Minotauro, etcétera). El profesor Martin P. Nilsson concluyó que todos los grandes mitos griegos clásicos estaban atados a los centros micénicos y anclados en épocas prehistóricas.[92] Sin embargo, de acuerdo con Burkert la iconografía del periodo del palacio cretense prácticamente no ha dado confirmación alguna a estas teorías.[91]

[editar] Temas en el arte y la literatura occidentales

El nacimiento de Venus de Botticelli (c. 1485–1486, óleo sobre lienzo, Galería Uffizi, Florencia), una Venus Pudica revivida para un nuevo punto de vista de la antigüedad pagana. A menudo se dice que epitoma para los espectadores modernos el espíritu del Renacimiento.[2]
La amplia adopción del Cristianismo no puso freno a la popularidad de los mitos. Con el redescubrimiento de la antigüedad clásica en el Renacimiento, la poesía de Ovidio se convirtió en una influencia importante para la imaginación de los poetas, dramaturgos, músicos y artistas.[2] [93] Desde los primeros años del Renacimiento, artistas como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel y Rafael retrataron los temas paganos de la mitología griega junto a otros temas cristianos más convencionales.[2] [93] Mediante el latín y las obras de Ovidio, los mitos griegos influyeron a poetas medievales y renacentistas como Petrarca, Boccaccio y Dante en Italia.[2]
En el norte de Europa la mitología griega nunca alcanzó la misma importancia en las artes visuales, pero su influencia sobre la literatura fue muy obvia. La mitología griega prendió en la imaginación inglesa de Chaucer y John Milton y siguió a través de Shakespeare hasta Robert Bridges en el siglo XX. Racine en Francia y Goethe en Alemania revivieron el drama griego, reinterpretando los antiguos mitos.[2] [93] Aunque durante la Ilustración se extendió por toda Europa una reacción contra los mitos griegos, éstos siguieron siendo una importante fuente de material para los dramaturgos, incluyendo los autores de los libretos de muchas óperas de Händel y Mozart.[93] Para finales del siglo XVIII el Romanticismo propició un aumento del entusiasmo por todo lo griego, incluyendo la mitología. En Gran Bretaña, nuevas traducciones de las tragedias griegas y de las obras de Homero inspiraron a poetas (como Alfred Tennyson, Keats, Byron y Shelley) y pintores contemporáneos (como Lord Leighton y Lawrence Alma-Tadema).[93] Gluck, Richard Strauss, Offenbach y muchos otros llevaron los temas mitológicos griegos a la música.[2] Los autores estadounidenses del siglo XIX, como Thomas Bulfinch y Nathaniel Hawthorne, sostuvieron que el estudio de los mitos clásicos era esencial para la comprensión de la literatura inglesa y estadounidense.[94] En épocas más recientes, los temas clásicos han sido reinterpretados por los dramaturgos Jean Anouilh, Jean Cocteau y Jean Giraudoux en Francia, Eugene O'Neill en Estados Unidos y T. S. Eliot en Gran Bretaña, y por novelistas como James Joyce y André Gide.[2]

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