domingo, 19 de mayo de 2013

Tipos de textos
Nuestros mensajes cambian de sentido según cómo y dónde los digamos. Cada situación demanda no sólo un modo de expresarse sino también una selección de contenidos y una correcta organización de la forma. Todo ello influirá en lo que interprete el destinatario, y es el emisor quien debe saber hacer los ajustes textuales que se esperan. Esto es tener “competencia comunicativa”.
Por ejemplo, supongamos que se plantea una pregunta en un examen. Diferentes respuestas se esperarán según se diga: describa, justifique, explique o narre… el descubrimiento de América. Seguramente todas incluirán las palabras Colón, carabelas, llegar, Indias, 1492; pero para cada una de esas preguntas, habrá respuestas muy diferentes en su estructura. Serán diferentes “tipos de texto”.
Intentar realizar una clasificación estricta de los textos es una tarea ineficaz, ya que todas nuestras comunicaciones combinan rasgos de uno y otro tipo. Por ejemplo, las narraciones tienen algo de descripción (y al revés también); o los textos explicativos (como una tesis o un informe) conllevan parte de argumentación. En el ejemplo citado: si se quiere explicar por qué Colón llega a América, deberemos describir la situación de la Corona española en ese momento histórico. Pero ¿puede decirse que se trata de un texto descriptivo? No, porque la caracterización histórica está al servicio de otra función: la de explicar.
La clasificación textual se realiza a partir de la modalidad que predomina en el texto. Las bases predominantes en un texto son:
Narrativa
Relato cronológico de un hecho. Predominio de verbos de acción. En una narración “pasa algo”.
Descriptiva
Enunciación organizada de las partes de un todo; representación de un objeto. Predominio de verbos de estado y adjetivos. En una descripción “algo es de una manera”.
Explicativa
Establecimiento de relaciones (lógicas, causales, de analogía, etc.) entre dos elementos. En una explicación “hay unos motivos para que las cosas sean así”.
Argumentativa
Desarrollo de una idea con el objetivo de lograr la adhesión del lector (convencimiento o
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persuasión). En una argumentación, “se dicen cosas para conseguir algo”.
Veamos un ejemplo de cada tipo:
1) Texto de base narrativa:
La empresa Aguas de Murcia, premiada por un proyecto
Aguas de Murcia ha sido galardonada por su proyecto de Microsectorización de la red de abastecimiento dentro de los European Project Innovation Award, un prestigioso concurso internacional organizado por la International Water Association.
El galardón lo recogió el director general de Aguas de Murcia, José Albaladejo; y la teniente alcalde delegada de Personal y Prevención y Extinción de Incendios, Pilar Megía, que asistió en calidad de miembro del Consejo de Administración de la empresa municipal.
(Diario Qué, 19/5/2010)
Aquí se cuentan acciones, hechos que ocurrieron en un tiempo y lugar, protagonizados por unos sujetos (individuos o instituciones, o grupos). En una narración siempre “pasa algo”, por lo tanto hay cambios. Una situación inicial se transforma por la acción de alguien.
La “superestructura” (estructura formal o esquemática) de la narración tiene tres grandes partes: introducción –planteo de la situación-, desarrollo –donde aparece la sucesión de acciones principales, hasta el clímax mismo- y desenlace.
2) Texto de base descriptiva:
El agua en Murcia
Si hubiese que buscar un rasgo geográfico característico para la región de Murcia, este podría ser el de la aridez. Murcia se encuentra enclavada en el sureste de la península ibérica, precisamente la región europea donde la escasez de lluvias se presenta con mayor severidad.
Sin embargo, ha sido precisamente este rasgo adverso el que ha actuado como acicate para que nuestros paisanos intentaran, desde los confines de nuestra historia, superar esta dificultad con todo tipo de actuaciones tendentes a sacar el máximo partido de los raquíticos caudales disponibles.
(De “Murcia y el agua, historia de una pasión”. Laverdad.es)
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Las descripciones son tipos de texto que acompañan muchas veces a otros tipos de texto. En ellos, la parte o secuencia descriptiva tendrá la función de caracterizar un elemento, un personaje o a veces una situación misma. La clave de la descripción es la respuesta a “cómo es” algo, y puede estar en función de otra cosa: por ejemplo, conocer los rasgos de algo puede servir para entender por qué ocurrió un hecho, o para argumentar a favor o en contra de una idea a partir de ese conocimiento.
Como tipo de texto, la descripción tiene una superestructura que debe ser respetada para ser más clara: en primer lugar, una caracterización general del todo (presentación global); en segundo lugar, se procede a detallar los aspectos particulares (partes, facetas) o las funciones de ese todo. En último lugar, se cierra con una nueva mención al todo, una vez conocidos los elementos.
3) Texto de base explicativa:
La desalación como proceso para obtener agua potable del mar
Se entiende por desalación el proceso físico de separación de sales de una disolución acuosa para utilizar el agua del mar en las zonas costeras con escasez de agua potable.
La desalación puede obtenerse por distintos mecanismos; uno de ellos consiste en evaporar agua para conseguir vapor que no contiene sales (éstas son volátiles a partir de 300º C): el vapor se condensa posteriormente en el interior ó exterior de los tubos de la instalación.
Los sistemas desaladores suelen funcionar por debajo de la presión atmosférica, por lo que necesitan un sistema de vacío (bombas ó eyectores), además de extracción del aire y gases no condensables.
(Fuente: Acuamed.es)
La explicación busca justificar por qué algo es de esa manera. Por lo tanto, es un texto interpretativo. No se trata de una mera opinión, porque en la explicación deben darse razones. Se procede de manera sistemática y se ofrece evidencia. Es el texto científico por excelencia.
4) Texto de base argumentativa:
La desalación no garantiza, a priori, el suministro de agua, pero tiene un valor estratégico muy importante. De hecho, es imprescindible para la
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tercera parte de las comunidades españolas. La desalación es un recurso muy competitivo cuando se producen problemas graves de sequía y escasez. La gran ventaja que tiene es que ofrece una total seguridad de suministro, lo que es fundamental para el abastecimiento urbano y económico. En contra, tiene los elevados de sus costes.
(Ing. Adrián Baltanás, en La Opinión, junio 2011).
Las argumentaciones son textos subjetivos, pues apuntan a convencer al destinatario de una opinión. No necesitan mostrar evidencias de modo metodológico, pero no deben faltar los argumentos o razones para llegar a la idea que se quiere sostener. La eficacia de la argumentación dependerá, en gran medida, de las estrategias persuasivas que adopte el emisor, pero también de su conocimiento del tema. Será más creíble si logra mostrar que sus razones son firmes.
La diferencia con el tipo anterior, es el objetivo: aquí se trata de conseguir un cambio en la creencia del otro. Si nos fijamos en este texto de arriba, veremos que los argumentos se sostienen con expresiones subjetivas como: “tiene valor estratégico”, “es imprescindible”, “es muy competitivo”, “problemas graves de sequía”, “es fundamental”. Es decir, está lleno de calificaciones que no necesita demostrar científicamente. Basta con que sea capaz de convencer al otro de su verdad. (Por cierto, hay detractores de este sistema de abastecimiento de agua por razones también ecológicas).
4.2- Las características del texto académico
En la vida universitaria encontramos con mayor frecuencia textos en los que predomina la necesidad de explicar relaciones y realidades, dar razones de ciertas teorías, justificando las afirmaciones que se hacen en ellas. En este tipo de texto, explicativo, sobresale la función referencial del lenguaje, pues se habla de un referente externo, con el fin de comprenderlo y razonar a partir de él. Monografías, informes, trabajos de tesis, etcétera… son producciones de este tipo. Además de tener unos rasgos estructurales más o menos reconocibles, tienen un sesgo diferencial: son textos académicos.
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Desde una perspectiva socio-cultural, se considera texto académico al que se produce dentro de “academias” -organizaciones vinculadas al conocimiento científico y humanístico-, tales como universidades y centros de investigación. Al ser producido dentro de ellas y con fines específicos, los textos académicos responden a patrones comunicativos precisos, regulados y fuertemente estructurados; muy diferentes a patrones comunicativos ordinarios, informales o domésticos. No cualquier explicación científica constituye una “monografía”. Y si te encargan un “informe académico”, se esperará de tu texto que tenga unas determinadas secciones.
¿Qué hace que un texto sea considerado académico? Se considera como tal a cualquiera de las producciones orales o escritas que surgen dentro del marco de actividades científicas y universitarias, cuyo objetivo es producir o transmitir conocimiento. Su base predominante es la explicativa, aunque puede haber secuencias de otros tipos, fundamentalmente descriptivas y argumentativas.
Son textos académicos los siguientes escritos:
- Tesis
- Informes
- Ensayos
- Monografías
- Artículos en revistas especializadas de una disciplina (Journals)
- Respuestas de exámenes
- Etcétera.
Asimismo, dentro de los textos académicos orales se encuentran:
- Ponencias
- Clases magistrales
- Videos documentales sobre hechos bajo estudio
- Etcétera
En cambio, no son considerados “académicos” textos como los artículos de opinión, las noticias, los sondeos de opinión ni las obras literarias. Tampoco artículos que puedan aparecer en páginas escolares o blogs particulares, por ejemplo.
El texto académico es propio del ámbito universitario; es decir que circula dentro de una comunidad científica, lo que presupone un tipo de destinatario específico, interesado por la temática que en él se desarrolla. El tipo de conocimiento que transmiten estos textos también es específico: es un saber sistemático y de alcance social.
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. Es sistemático porque se desarrolla según ciertas normas de procedimiento, con el fin de validar las ideas o hipótesis. Esto se logra a través de los métodos científicos de cada disciplina, y luego es comunicado de manera formal. Un científico o intelectual podrá tener ideas e intuiciones sobre algunos temas, pero hasta que no pueda demostrarlos a través de métodos específicos de su disciplina (argumentación, análisis, pruebas, etc.).
Es imprescindible que el conocimiento (saber) se convierta en discurso (decir). Es el modo en que un saber alcanza validez dentro de su comunidad.
. Es de alcance social porque implica un conocimiento relevante para la sociedad. Las notas personales en un diario no poseen interés social, aunque puedan usarse como disparadores para la producción científica. Para alcanzar este objetivo social, el conocimiento académico se transmite a través de textos con rasgos específicos; de allí la importancia de conocer las características de su escritura.
4.3- Camino a la escritura: Investigar
No existe texto académico sin un trabajo previo de investigación. No podemos lanzarnos a pensar en cómo organizar un tipo de escrito sin antes reflexionar sobre cómo vamos a producir el conocimiento que habrá que comunicar después. Porque eso es investigar: producir conocimiento.
Puede partirse de unos datos, una evidencia; también podemos empezar por la propia producción de datos, al indagar en las relaciones entre distintos objetos. Lo que no debe faltar es profundización, novedad e interés (o relevancia). No investigamos si nos limitamos a “copiar y pegar” lo encontrado y darle un orden.
Será una producción científica sólo si en ese camino de búsqueda de distintas fuentes hallamos, por fin, un aspecto original y diferente, algo nuevo para la comunidad académica. Por pequeño que pueda parecer el hallazgo, su interés estará en ese aspecto novedoso y original, que deviene de explorar a fondo, en profundidad y con métodos apropiados, un tema de relevancia.
Resumimos así los rasgos de un proceso de investigación:
- Exploración y profundización
- Novedad
- Originalidad
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- Interés social (relevancia)
- Método para la indagación
- Forma estructurada para la exposición
Nos ocuparemos después del aspecto de la escritura, es decir, de cómo se explican los hallazgos de la investigación. Ahora nos centraremos en un aspecto clave para iniciar el proceso: la exploración y profundización. En esta etapa es esencial la búsqueda de fuentes de distinto tipo. ¿Por dónde empezar?
4.3.1- La búsqueda bibliográfica
En el lenguaje cotidiano usamos la palabra “investigar” para referirnos a la acción de hacer gestiones para averiguar algo o el comportamiento de alguien (por ejemplo: “la justicia investiga el accionar de una persona sospechosa de cometer un acto ilegal”; “investigó sus contactos en facebook”).
En el ámbito académico, investigar es “realizar actividades intelectuales y experimentales de modo sistemático con el propósito de aumentar los conocimientos sobre una determinada materia” (Diccionario de la Real Academia Española). Dado que el propósito de toda actividad investigadora es ampliar la red de saberes de una disciplina, esto es, elaborar un nuevo conocimiento, es imprescindible que conozcamos los ya existentes.
En cualquier disciplina, la investigación requiere de un momento inicial de rastreo y análisis bibliográfico: es a través del conocimiento de esa red que sabremos dónde existen agujeros, vacíos a través de los cuales es posible descubrir nuevos horizontes. De allí la importancia de la búsqueda bibliográfica. Los textos guardan los saberes que conforman una disciplina.
Cuando tenemos que realizar una investigación para una determinada asignatura universitaria, el primer lugar de rastreo es la bibliografía propuesta por la cátedra en sus programas. Este listado de obras es el que los docentes a cargo consideran fundamentales para el estudio de su disciplina, y por lo tanto es material de consulta obligado para los estudiantes.
Una vez consultada esa bibliografía general, ¿por dónde seguir? En una biblioteca adecuadamente sistematizada, pueden encontrarse catálogos en donde realizar búsquedas temáticas a través del uso de palabras clave. También el personal especializado puede ser de gran ayuda.
Otro recurso son las revistas especializadas. Son los llamados Journals. Contienen información actualizada sobre investigaciones recientes, e incluyen referencias bibliográficas que pueden conducirnos a otros textos, y
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estos a otros más. De este modo, completamos un camino bibliográfico que resume lo central de un saber científico, en un momento determinado.
A veces, las búsquedas parecen infinitas; otras, tenemos la sensación de que nuestra lista bibliográfica es incompleta o pobre. Afortunadamente, los engorrosos rastreos bibliográficos han sido radicalmente simplificados en la actualidad gracias a los buscadores de Internet. Una vez que hayamos definido el área temática de nuestra investigación, estaremos en condiciones de encontrar una amplia red asociativa de textos que pueden estar disponibles en el ciberespacio o que nos remitirán, a través de citas, a publicaciones en papel.
4.3.2- Búsquedas en internet
En esa infinita red de textos conocida como hipertexto, ¿cómo seleccionar aquellos textos que sean relevantes para nuestra investigación? Se proporcionan aquí algunos criterios para seleccionar fuentes adecuadas para una investigación universitaria.
- Buscar fuentes especializadas.
Si el objetivo es producir un texto académico, el primer filtro será, justamente, el ámbito del que procede la fuente. La recomendación es consultar páginas, textos y autores especializados, y no de divulgación general como diarios, revistas y sitios escolares. Estos no tratan los temas con la profundidad adecuada para una investigación académica; incluyen reduccionismos, generalizaciones y simplificaciones porque su público no es especializado. Además, el objetivo de estos discursos es “divulgativo” (o sea popularizar los hallazgos) y no producir conocimiento.
- Acudir a fuentes objetivas.
La recomendación es no confiar en sitios comerciales. Aunque la página de un producto o empresa pueda servirnos para conocer algo sobre nuestro trabajo, deberemos contrastar los datos y asegurarnos de que no haya contradicciones u omisiones de información. La objetividad en la información es uno de los requisitos del texto académico. Esto no significa que exista una única versión; lo que se quiere decir es que hay que cuidar que la información obtenida no responda a fines personales o desviados del interés por encontrar la verdad.
- Buscar fuentes con un referente fiable.
Esto, en general, implicará tener una institución académica por detrás. La recomendación es dejar de lado aquellas páginas donde
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no pueden reconocerse las fuentes, ya que pierden credibilidad. Un buen lugar de búsqueda será el sitio web de algún autor incluido en la bibliografía de la cátedra, de una universidad o de una revista científica. Ellos están revestidos por una legitimidad académica que no tienen sitios anónimos o de construcción colectiva como los wikis.
Muchas universidades disponen de bases de datos y motores de búsqueda para el mundo académico, como por ejemplo JSTORE. Estas bases de datos incluyen textos académicos o referencias no siempre disponibles en la web abierta al público en general. De hecho, algunas necesitan claves de acceso que las bibliotecas universitarias ofrecen a sus usuarios.
- Tener en cuenta el criterio temporal.
La recomendación es cerciorarse sobre la actualidad de los datos, para estar seguros de que nos manejamos con hallazgos recientes en lugar de creer que estamos superando un saber que hace tiempo ha progresado.
En resumen, manejar información adecuada y fiable es primordial para cualquier investigación académica. A través de ella se podrá conformar un saber válido, que siempre deberá mostrar algo nuevo. En nuestro texto deberemos reelaborar toda la información hallada e incluirla en una propuesta original, con todas las características textuales de los escritos académicos. Por supuesto, también debemos cuidar que nuestro texto sea claro y coherente, correcto y adecuado.
Difícilmente logremos coherencia y cohesión en un texto conformado por fragmentos cortados y pegados de otros textos. Debemos crear una línea de desarrollo que integre toda esa información, analizando desde nuestro punto de vista y sacando nuestras propias conclusiones, siendo extremadamente rigurosos a la hora de citar otros textos (ver punto 5).
4.3.3- Resumen y síntesis de fuentes
Como mencionábamos más arriba, un texto académico se inserta dentro de una red de conocimientos ya establecidos, con el fin de ampliarla. Por lo tanto, son escritos que remiten a otros textos ya aceptados como válidos dentro de su disciplina, por eso aluden a otros autores y se basan en citas. Nuestro trabajo implica reformular ideas y conceptos reconocidos, que funcionan como base para la producción de una nueva idea.
Para lograr construir un nuevo saber en imprescindible sistematizar nuestras lecturas académicas tras un proceso de resumen y síntesis. “Fichamos textos” porque es imposible recordar todas y cada una de las
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ideas que leemos, en todos los numerosos textos que leemos cuando hacemos una investigación. ¿Cómo recordar dónde encontramos una idea reveladora, o un ejemplo clarificador? La confección de resúmenes es una herramienta primordial para consolidar conocimientos de forma precisa y utilizarlos luego en nuestros trabajos.
La síntesis es un escrito que reformula con palabras propias las ideas preexistentes, pero siempre reconociendo la fuente. El resumen exige el respeto por la palabra del texto original. Al fichar los textos, debemos emplear ambas estrategias, porque en el escrito que elaboremos será imprescindible mencionar el lugar donde encontramos una idea o concepto. Un resumen se puede usar de manera confiable sólo si al escribirlo respetamos al máximo las palabras, el estilo y las ideas del autor.
Resumir no es una tarea sencilla, ya que primero debemos comprender el texto para después producir uno nuevo, el resumen. Este es necesario porque supone seleccionar y jerarquizar la información que leemos. En todo resumen deben incluirse citas textuales entre comillas con la página exacta de donde fue extraída. De ese modo podremos redactar nuestro escrito a partir de los resúmenes, con las citas exigidas.
4.3.3.1- Estructuras textuales
Resumir un texto implica reconocer su información básica. Ahora bien, sabemos que en un texto es tan importante lo que se dice como la forma en que se lo hace. Identificar la estructura es una forma de saber de qué tipo de texto se trata, y por lo tanto, nos dará información de su objetivo, destinatario y contexto. Ya hemos visto cómo el mismo contenido se expone en diversas formas esquemáticas según esos factores.
Así, podemos reconocer en un texto dos planos de análisis: la superestrutura y la macroestructura.
a. Macroestructura: Es el contenido semántico del texto, su sentido global o general, que convencionalmente llamamos tema. La macroestructura de un texto se desarrolla en secuencias temáticas lógicas: serían las ideas principales encadenadas. Es lo que busca expresar, justamente, el resumen.
b. Superestructura: es la forma en que se presenta la información del texto, la estructura esquemática, independientemente del contenido. Es el esqueleto que sostiene la información y que conforma y distingue los géneros, entre los que se encuentran los textos académicos.
Pongamos por ejemplo un suceso, un robo. La macroestructura mostrará de forma lógica los datos del suceso: los actores implicados (ladrón, víctima, policías, etc.), los hechos (entrar, amenazar, sustraer, etc), las circunstancias (de noche, lugar semivacío, etc.), las consecuencias (sin heridos, dinero robado, ladrón detenido, etc.).
El esquema en que esos datos se vuelquen será diferente según sea el tipo de texto. Por ejemplo, en un acta judicial los hechos tendrán una superestructura muy específica, organizada a través del testimonio de cada
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uno de los actores). Si estos mismos hechos son publicados en el periódico, la superestructura será la propia de la noticia: título, copete, un primer párrafo resumen y el resto de la información organizada por orden de importancia.
4.3.3.2- Reglas para resumir
Al resumir un texto, debemos extraer su sentido global, es decir, reconocer la macroestructura del mismo. Para ello existen ciertos procedimientos llamados “macrorreglas”, que se aplican en gran parte de modo inconsciente. Conviene, sin embargo, conocerlas para aplicarlas correctamente al resumir. Las macrorreglas son:
. Supresión u omisión: En una secuencia de frases o proposiciones, se suprime aquella que no es relevante para interpretar lo que sigue en el texto. Por ejemplo, en la frase: “Julia caminaba por el parque, vestida de negro, y se encontró con Mariano”, la información “vestida de negro” no es relevante para comprender el sentido de “se encontró con Mariano”, por lo tanto, no estará presente en la macroestructura del texto (resumen de ideas).
. Selección: Se extrae la información relevante del sentido global del texto. En el texto anterior, se seleccionarán las frases “Julia caminaba por el parque” y “se encontró con Mariano”.
. Generalización: es el procedimiento que expone en una nueva expresión sintética las características particulares de objetos, personas, lugares o conceptos expuestos en el texto. Por ejemplo, en la descripción: “A la izquierda había una niña con una muñeca, frente a ella cinco chicos jugaban al fútbol; más allá un grupo de chicas saltaba la soga”; puede generalizarse en la frase “Había chicos jugando.”
. Integración o construcción: Se funden en una sola frase dos o más conceptos. Se los integra en una sola gracias a nuestro conocimiento del mundo, porque este permite dar por supuesta otra información contenida en esa frase. Por ejemplo: “Fui a la biblioteca. Busqué el libro. Me senté. Abrí el libro y lo leí. Es muy interesante”, puede resumirse en “Leí un libro interesante en la biblioteca”, que presupone las acciones anteriores.
4.4- Estructura de los textos académicos
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Como expusimos más arriba (punto 4.2.) existen diferentes tipos de textos académicos. Además de su modalidad oral o escrita, estos textos pueden ser agrupados desde otros criterios de clasificación, como pueden ser sus destinatarios (colegas, público en general, profesores o tribunal de evaluación y/o selección); o su exigencia institucional, es decir, textos que son requeridos en diferentes instancias organizacionales: una tesis de doctorado, un trabajo final de carrera, o un texto producido para aprobar una asignatura, etcétera.
Durante el cursado de una carrera universitaria, en numerosas oportunidades nos enfrentamos a la escritura de trabajos de este último tipo, cuyo destinatario es el profesor de la asignatura.
En este módulo nos enfocaremos a aquellos tipos más requeridos en la universidad: monografías, ensayos e informes. Formalmente, esos textos responden a una superestructura bastante semejante, que parte de la división en secciones.
En principio, existe una primera separación de lo escrito en dos ámbitos de redacción: paratexto y texto.
- En el paratexto preliminar se organizan de un modo muy regulado los datos sobre la presentación de la obra (título, autor, organización, etc.). El orden fijado es el siguiente:
Portada (o carátula). Debe contener en primer lugar el título del trabajo, la cátedra para la que se presenta y el autor. En segundo lugar van los datos contextuales (universidad, fecha, etc.).
Índice
Agradecimientos (opcional)
Epígrafe (opcional)
Texto (la investigación, con su introducción, desarrollo y conclusiones)
Bibliografía (referencias bibliográficas correctamente citadas)
Anexo/s (cuadros, gráficos, entrevistas pasadas por escrito, imágenes, etc.). Los anexos siempre se colocan al final.
- En el texto académico en sí mismo se estructura el contenido, como se vio recién, en tres partes básicas:
I. Introducción:
Aunque el orden puede variar de acuerdo con lo que se considere comunicativamente apropiado, está claro que lo primero que debe presentarse es el tema o problema. Tendremos:
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a. Objeto de estudio o problema: explica la cuestión sobre la que tratará el trabajo, el qué al cual resuelve la investigación. (Por ejemplo, “el uso del lenguaje escrito en la generación de los nativos digitales”). Puede incluir aquí o al final una fundamentación sobre por qué interesa el tema o por qué se decidió enfrentarlo.
b. Recorte y método de investigación: informa el cómo de la investigación. Se acota el alcance del tema (por ejemplo: “estudiar el uso del lenguaje escrito a través de la tecnología digital en un grupo de estudiantes de 17 años de tres escuelas municipales”), y desde qué perspectiva se lo estudiará (sociolinguística, psicología evolutiva de la adolescencia, etc.).
c. Objetivos: desarrollará el para qué del trabajo. Puede plantearse un o varios objetivos. Para mayor claridad, se plantean en infinitivo, en frases afirmativas y cortas (“evidenciar las marcas de oralidad en los mensajes de texto”)
II. Desarrollo:
Comprende la exposición del trabajo de investigación. Incluye la descripción de los conocimientos preexistentes relevantes (marco teórico), los nuevos datos o conocimientos obtenidos y el análisis de esos nuevos saberes.
III. Conclusión:
Deben retomarse los problemas y objetivos planteados, extraer las conclusiones generales y puntuales obtenidas, y puede proponer nuevas preguntas a partir de la investigación realizada.
Estas tres divisiones no deben llevar necesariamente esos nombres como título. En los trabajos largos –como tesis y monografías- y también en los informes sí se espera un título que diga “introducción” y otro, “conclusión”. Sin embargo, el “Desarrollo” no suele titularse de ese modo sino con subtítulos que correspondan al eje temático.
4.4.1- Monografía
Como su nombre nos sugiere, este tipo de texto es la expresión escrita de una idea (mono: único, uno). No es una investigación exhaustiva de un problema científico (como podría ser una tesis), sino la investigación sobre un pequeño aspecto o aspectos superficiales de un objeto de estudio. Tiene como objetivo divulgar conocimientos, informar y explicar. La monografía organiza datos y conocimientos ya existentes, extraídos de diversas fuentes, a lo largo de un hilo conductor preciso y limitado.
La principal dificultad reside a veces en recortar ese tema, aunque normalmente podemos comenzar a investigar un gran tema y luego
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descubrimos qué es lo que podemos llegar a exponer en unas páginas (generalmente limitadas por el profesor). Por ejemplo, un tema como “La construcción de puentes” sería un tema demasiado amplio para una monografía, y podría recortarse y abordarlo desde uno de estos aspectos: los tipos de puentes, la época o tipo de terreno en donde fueron construidos, los puentes realizados por un arquitecto en particular, etc.
Como se dijo más arriba, para que la monografía sea considerada académica, además de reunir una serie de conocimientos preexistentes en determinada disciplina, debe hacer un nuevo aporte, decir algo inédito sobre esos hechos o conceptos. Queda en evidencia nuevamente la necesidad de conocer profundamente el tema sobre el que hablamos, para no incurrir en repeticiones y, básicamente, porque a partir del conocimiento ya establecido es más fácil comprender qué falta por estudiar. Esta necesidad puede quedar planteada en la conclusión, como novedad o aporte.
Por otra parte, al referirnos a conocimientos ya existentes, que permitan sostener o refutar las ideas expuestas, nuestro texto se integra al universo del saber de una disciplina. La experiencia previa es aprovechada para avanzar en el conocimiento y ese puede ser el aporte de nuestra monografía.
Este tipo de texto requiere un uso formal del lenguaje; tal como fue desarrollado en los Módulos 1 y 3. Además, se deben utilizar términos específicos (no confundir, por ejemplo, “artículo” con “libro”, “realidad” con “realismo”, etc.) y tener en cuenta que hará falta definir algunos términos o conceptos básicos (“Se analizará el lenguaje de señas, entendiendo por lenguaje …”).
4.4.2- Ensayo
El concepto de “ensayo” proviene del verbo ensayar, que contiene la idea de probar o intentar algo. Ésa es la idea del ensayo, el más libre y subjetivo de los tipos de texto académicos tratados en este Módulo. En general, el ensayo parte de ciertos conocimientos establecidos con el objeto de ponerlos en cuestión y así plantear una nueva hipótesis.
Es que a través del ensayo intentamos comunicar una opinión, el desarrollo de nuestro pensamiento, la relación entre algunas ideas o conceptos sin la estricta sistematización que nos exigen los demás tipos textuales académicos. Pero cuidado: existen ensayos literarios escritos por el simple placer de desarrollar una idea, pero el ensayo académico sigue siendo un texto producido dentro de un ámbito y con propósitos específicos, y por lo tanto sigue ciertas reglas. En ellos es imprescindible mostrar saber, evidencias relevantes para la comunidad académica; y por eso, su tema debe ser acotado. Por ejemplo, un ensayo sobre “la posmodernidad en la música urbana”; y deberá contener alusiones a estudios de autores universitarios (filósofos, antropólogos, sociólogos) sobre estos temas.
El ensayo une a la finalidad de transmitir conocimientos, el interés en la forma de expresarlos: no tan atada a los rigurosos métodos científicos, se liga al placer de la lectura, de argumentar y debatir, descubrir el
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conocimiento o evidenciar las imposibilidades de hacerlo. Puede incluir notas de de humor, ironías, apreciaciones estéticas o expresiones de sentimientos.
En el ensayo, se prioriza el carácter didáctico: comprender una idea no tanto a través del método científico sino a través de la narración, las comparaciones con fenómenos similares, etcétera. Un ejemplo de ello lo aporta Diego Golombek, Doctor en Ciencias Biológicas, cuando explica el porqué del efecto contagioso del bostezo:
“(En él) pueden estar involucradas las famosas neuronas espejo, que se activan al imitar un movimiento y hay quienes las acusan de ser responsables de la empatía entre humanos. Así es la ciencia: nos lleva de paseo desde los orígenes del bostezo hasta la esencia misma de lo que nos hace humanos. A bostezar, que se acaba el mundo.” (Golombek, 2011).
El ensayo utiliza los recursos específicos la escritura académica (como citas de autoridad, ejemplificaciones, tecnicismos, etc.) pero también incorpora otros, más cercanos al discurso literario, tales como metáforas, preguntas retóricas, imágenes sensoriales, etc.
Pero cabe destacar que todas las características citadas anteriormente no implican que el investigador deje de lado los objetivos generales de los textos académicos: para que un texto sea académico debe cumplir con ciertas normas, de lo contrario será literario. El esfuerzo por afirmar la hipótesis a partir de datos relevantes es uno de esos rasgos.
4.4.3- Informe
Como lo evidencia su nombre, este tipo de texto tiene como objeto informar a un destinatario concreto sobre un tema puntual: puede ser el resumen o los avances de una investigación, los datos estadísticos sobre los exámenes de ingreso universitario, los resultados de una encuesta o la información sobre el clima. Es un tipo de texto muy funcional, en general utilizado para tomar decisiones posteriores a su lectura (la continuidad de una investigación, el diseño de un proyecto, una inversión económica, un viaje, etc.).
En el caso del informe académico, el tema que trata no surge de la iniciativa personal del alumno sino que es solicitado puntualmente por el docente; así, el informe es la respuesta concreta a ese requerimiento. Como otros tipos de informes (estadísticos, de calidad, laborales, etc.) el informe académico muestra los conocimientos resultantes de una investigación; pero a diferencia de éstos también incluye la descripción de los procedimientos utilizados para llegar al mismo. No obstante, esta descripción del proceso debe hacerse de una manera simple y concisa.
Dentro de los textos académicos, el informe es el más referencial y objetivo; sin embargo, al igual que en todos estos tipos textuales, debe incluir un planteo y unas conclusiones originales, no es sólo una recopilación de datos.
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Por esto incluye una conclusión explícitamente personal a partir de la información planteada, e incluso puede incluir una propuesta de acción.
Concretamente el informe se constituye como una investigación documental o a partir de la experiencia documentada. La importancia que reviste la documentación en este tipo textual hace necesario poner en práctica un conjunto de habilidades sobre la información preexistente:
. Selección
. Síntesis
. Análisis
. Organización
. Sistematización
Antes de escribir el informe debemos estar en condiciones de realizar un mapa conceptual con la totalidad de los contenidos: de esta forma lograremos mayor claridad expositiva. La estructuración del informe es vital para transmitir la información de manera concisa. A fin de que esos contenidos se relacionen lógica y linealmente pueden organizarse en apartados y subapartados (1; 1.a.; 1.b; 2; etc.).
El informe académico sigue la estructura del género (desarrollada más arriba); aunque prioriza los contenidos informativos sobre otros. Por eso, en el desarrollo del texto se muestran los hechos o datos sin valorarlos más allá de su función (relevante o irrelevante para determinado objetivo). Por ejemplo: “El cuestionario de la encuesta fue diseñado en español, aunque los entrevistadores fueron seleccionados a partir del requisito de dominar alguno de los idiomas nativos con que cuenta ese país para poder desempeñarse adecuadamente”.
Al final del informe académico, de manera conjunta a las conclusiones, debe incluirse la valoración de la información, su interpretación y proyección; pudiendo incluir, como mencionábamos más arriba, una propuesta de acción.
Por su mismo sentido funcional, antes de la introducción se puede incluir un pequeño resumen de la investigación, a modo de avance de lo que se leerá en el informe.
Este tipo de texto intenta alcanzar la mayor objetividad posible, y por eso se incluyen imágenes, gráficos y cuadros que remiten a una realidad externa y cuantificable. Esto le da el carácter referencial propio del informe.
Se transmite lo investigado de forma directa y clara, en párrafos cortos, con un lenguaje específico y registro formal e impersonal. El lenguaje usado para tal fin es simple, sin repeticiones ni metáforas. No se busca atraer por medio del estilo porque es un texto muy funcional: la información debe ser precisa y rápidamente comprensible.
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4.4.4- A modo de síntesis
En los tres tipos de texto desarrollados encontramos características comunes: predomina una base explicativa que incluye argumentación y descripción; se incluyen en una red de conocimientos previos que debemos demostrar; utilizan un lenguaje formal y preciso.
No obstante, como pudo verse a lo largo de este punto, cada uno de ellos presenta ciertas diferencias que resumimos en el siguiente cuadro a modo de breve síntesis:
Tipo de texto
Privilegia el punto de vista
Bases predominantes
Lenguaje
Informe
Objetivo
Expositiva
Claro, preciso, nada ambiguo ni metafórico
Monografía
Analítico
Expositiva - Argumentativa
Preciso, se definen palabras clave
Ensayo
Subjetivo
Expositiva - Argumentativa
Creativo. El uso de algunos recursos literarios están permitidos
4.5- Las citas
De acuerdo con las primeras acepciones del Diccionario de la Real Academia Española, una cita es la reunión o encuentro entre dos o más personas, previamente acordado.
Dentro del ámbito académico, una cita es la introducción al texto de ideas, conceptos, descubrimientos o datos elaborados previamente por otros autores. El texto académico es el lugar de encuentro de la palabra de dos o más personas; es la introducción de la palabra de otro en nuestro discurso.
Se distingue este uso académico de la nota al pie, que se emplea para realizar ampliaciones o aclaraciones sobre lo dicho en el texto. Según las normas actuales, no se citan las referencias bibliográficas al pie.
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4.5.1- Importancia de citar
Tal como venimos recalcando a lo largo de todo el Módulo, el conocimiento académico se construye a través de un sistema de saberes avalados y aceptados por la academia. Cuando investigamos, usamos la información preexistente y la reelaboramos para conformar nueva información, o un nuevo punto de vista, o una nueva aplicación de esa información.
Dado que el resultado de la investigación es el texto, establecer relaciones con los textos ya aceptados no sólo se constituye como punto de partida para pensar nuevos horizontes, sino que a su vez valida lo que decimos. Nuestros textos se revisten de mayor legitimidad cuando avanzamos hacia un nuevo conocimiento a través de las bases establecidas por autores reconocidos dentro de cada disciplina.
Es importante poder seleccionar adecuadamente las citas: nuestro trabajo no será mejor por estar plagado de citas, sino cuando estas sean necesarias para confirmar la validez de lo que decimos.
¿Cuándo citar? Podemos decir que existen dos factores que hacen imperiosa la necesidad de citas en la investigación académica. El primero es la necesidad de avalar lo que decimos; el otro factor es la necesidad de admitir el origen de nuestras afirmaciones, pues no podemos hacer pasar como propias ideas o conceptos que pensaron otros antes. Se trata de una razón ética.
Vamos al primer motivo: la cita fundamenta nuestras afirmaciones. Por ejemplo, la discutible afirmación: “No es cierto que los sistemas de salud privados sean mejores que los públicos” cambia si agregamos “De acuerdo con el informe mundial 2010 de la OMS”. La Organización Mundial de la Salud es una fuente de calidad, poco cuestionable, para hacer generalizaciones sobre el estado de la salud en el mundo. Ya se vio en el apartado 4.3.2 sobre cómo hacer una adecuada selección de las fuentes. No es lo mismo citar a reconocidos autores, publicaciones especializadas que citar de una anónima página de Internet.
El segundo motivo para citar reside en la dimensión ética de reconocer la propiedad intelectual de otro. De lo contrario incurrimos en un delito denominado plagio, penado académica y legalmente (incurrir en él puede acarrear ser expulsados de una institución y, en ámbitos profesionales, implicarse en un proceso judicial).
La ley 1.723, conocida como “Ley de Propiedad Intelectual” establece que:
Art. 9°. — Nadie tiene derecho a publicar, sin permiso de los autores o de sus derechohabientes, una producción científica, literaria, artística o musical que se haya anotado o copiado durante su lectura, ejecución o exposición públicas o privadas
Así, es esencial el permiso del autor, aunque para el caso de los textos académicos existe una excepción parcial a este principio general, al tratarse de obras con fines didácticos o científicos:
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Art. 10. — Cualquiera puede publicar con fines didácticos o científicos, comentarios, críticas o notas referentes a las obras intelectuales, incluyendo hasta mil palabras de obras literarias o científicas u ocho compases en las musicales y en todos los casos sólo las partes del texto indispensables a ese efecto.
Quedan comprendidas en esta disposición las obras docentes, de enseñanza, colecciones, antologías y otras semejantes.
4.5.2- Tipos de cita
Las citas dentro de un texto académico pueden ser directas o indirectas.
a. Citas directas o textuales: son fragmentos de textos de terceros, introducidos en nuestro texto de idéntica forma a las que fueron escritos por el autor. Reproducen fielmente el texto original. Se transcriben en un formato específico para resaltar dónde comienza el texto citado.
b. Citas indirectas o de referencia: Se hacen cuando incorporamos a nuestro texto ideas de otro autor, parafraseando su texto, reelaborando lo expuesto en el texto fuente. No reproduce fielmente las palabras, sino el concepto general.
En trabajos académicos se prefieren las citas de referencia o indirectas, porque no implican una interrupción; mientras que las directas o textuales deberán utilizarse cuando no haya otra forma mejor de decir lo expuesto por el autor. En ese caso, no deben exceder la extensión del párrafo: no son admisibles citas que ocupan la página entera.
Para hacer más fácil y reconocible una cita, los textos académicos deben seguir una serie de normas comunes, aceptadas por numerosas disciplinas a nivel internacional. El Manual de Publicaciones de la American Psychological Association (APA) propone una forma muy sencilla de citación que desarrollaremos a continuación.
El sistema requiere explicitar, luego de introducir la cita directa o indirecta, dos datos básicos: el apellido del autor y el año de publicación de su obra. Esta información debe consignar entre paréntesis, de este modo: (Pérez, 2011). Esta es la información mínima requerida, aunque varía de acuerdo al tipo de citas. Veamos qué ocurre en cada caso, empezando por las indirectas que son más sencillas:
4.5.2.1- Cita indirecta. Casos:
- Al final del párrafo o de la oración que contiene las ideas expresadas anteriormente. Ejemplo:
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En la actualidad, ha quedado demostrado el impacto de los medios audiovisuales sobre el comportamiento de los niños (López, 2008).
Esta forma coloca al final de la idea completa el dato de la referencia; no sería correcto interrumpir con este paréntesis en medio de la frase, que está puesta en boca del investigador (“ha quedado demostrado que”).
- Incorporada dentro de la redacción:
López (2008) ha demostrado que el comportamiento de los niños…
A diferencia del caso anterior, aquí debe mencionarse la obra junto a la mención del autor, puesto que este es el enunciador de la idea (“López ha demostrado”).
- Citas de referencia de varios autores en el mismo párrafo u oración: A veces, una idea que explicamos ha sido utilizada por varios autores, por lo que deberemos citarlos a todos, en orden alfabético, dentro de un mismo paréntesis, separando a cada autor con un punto y coma:
El género de la novela histórica ha sido estudiado profundamente por críticos literarios de todo el mundo (Aínsa, 1998; Menton, 1989; Pons, 2000).
4.5.2.2- Cita directa. Casos:
Se trata de la reproducción textual de las palabras de otro. No siempre se usan comillas, como se verá según el caso:
- Citas menores de 40 palabras: se citan dentro del párrafo, destacando entre comillas el texto fuente incorporado, e indicando el número de página de la siguiente manera:
Es importante destacar que ya “no hay discusiones sobre el hecho de que un buen entorno favorecerá la eficacia del tratamiento” (Mónaco, 2010, p.32); de allí que (…).
- Citas mayores de 40 palabras: después de la última palabra de nuestro párrafo, se colocan dos puntos y el bloque seleccionado en un párrafo aparte, sin comillas y con sangría en todo el texto, de modo que se destace del resto y sea fácilmente identificado como cita. Por ejemplo:
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Como ya señalaba Ávalos (1999), la lingüística ha demostrado que:
las distintas divisiones que las sociedades establecen en el campo social se ven representadas en el lenguaje; y que esas palabras que las personas usan (y las que no usan) para cada caso implican descripciones cargadas de sentido interpretativo, no neutral (p. 152).
- Otro caso de cita:
Cuando no hay un autor explícito, como en el caso de noticias y algunos sitios de Internet, se cita el título o sus primeras palabras si éste fuera muy extenso. Dicho título va entrecomillado, y en cursiva el título de la publicación:
La ciudad ha invertido más de 20 millones de pesos en transporte público (La Voz del interior, 2011).
4.7- Las referencias bibliográficas
Al final de nuestro texto, deben incluirse en la sección “Bibliografía” aquellas obras utilizadas para desarrollar el trabajo. Esta lista se convertirá en una importante fuente de información para quien se haya interesado en el tema y quiera ampliar sus conocimientos en él, a la vez que es la referencia que valida las citas incluidas en el texto.
4.7.1- Libros
Los datos genéricos que deben incluirse son los siguientes, en el formato ejemplificado (observar uso de mayúsculas e itálicas):
Apellido, inicial(es) del Nombre(s) Propio(s) del autor(es). (Año de publicación entre paréntesis). Título del libro en cursiva. Ciudad y País donde se publicó: Editorial.
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Algunos ejemplos:
Melvin, M. E., González, L., y Rodríguez, M. S. (2006). Objetos de diseño en el mundo andino. Distrito Federal, México: Trillas.
Hudson, T. (2008). Books and Society. Rotterdam, Holanda: Sense Publishing.
4.7.2- Artículos publicados en libros
En muchas ocasiones, sólo utilizamos un artículo incluido en un libro, o el texto de una ponencia en las actas de un congreso. En ese caso, las referencias deben seguir este formato:
Apellido, inicial(es) del Nombre(s) Propio(s) del autor(es) del capítulo. (Año de publicación entre paréntesis). Título del capítulo en letra normal. En Inicial(es) de Nombre(s) Propio(s) Apellido(s) de cada editor (Ed. o Eds. entre paréntesis), Título del libro en cursiva (pp. número de la página donde empieza el artículo - número de la página donde termina el artículo entre paréntesis). Ciudad y País donde se publicó: Editorial.
Por ejemplo:
Datta, M., y Beker, S. (2007). La medicina en Lima colonial. En T. Iparraguirre (Ed.), Historia de la medicina en América (pp. 213-219). Distrito Federal, México: Fondo Editorial para el Desarrollo.
4.7.3- Recursos electrónicos
En la medida de lo posible, las referencias deben hacer constar, al menos: título del artículo, fecha de publicación o acceso al sitio, y la dirección URL. Es óptimo que tengan el nombre del autor. El formato básico es el siguiente:
Autor de la página. (Fecha de publicación o revisión de la página, si esta disponible). Título de la página o lugar. Recuperado (Fecha de acceso), de (URL-dirección)
Por ejemplo:
Hernández, J. (junio, 2010) Laparoscopía. Recuperado el 12 de agosto de 2011, de http://online.sfsu.edu/%7Erone/GE/GLaparoscopía.html
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4.8- Herramientas
4.8.1- Cómo fichar y hacer resúmenes
La confección de fichas y resúmenes es una herramienta fundamental en la vida académica. Exámenes, exposiciones y, claro, textos académicos, ponen a prueba nuestra capacidad para realizar este tipo de texto.
A continuación, algunos otros consejos para que los resúmenes sean exitosos:
En primer lugar, cuando nos disponemos a resumir un texto relevante para nuestro trabajo de investigación no debemos olvidarnos de tomar nota de los datos bibliográficos. A veces consultamos un libro de alguna biblioteca o visitamos un sitio web que luego no se encuentran disponibles cuando tenemos que incluirlos en las referencias bibliográficas. Evitemos esta dificultad registrando los datos en el comienzo del trabajo.
Hemos explicado, en el punto 4.1.2. , las estrategias que deben ponerse en práctica a la hora de elaborar un resumen. Al aplicarlas, debemos recordar que el resumen debe ser fiel al texto original, es decir, que no debemos incluir ideas, conceptos o prejuicios personales al texto fuente.
Pero por otra parte, durante o después de los procesos de selección, omisión, generalización y condensación, probablemente vayamos estableciendo relaciones con otros textos ya leídos, o extrayendo nuestras propias conclusiones. Es recomendable tomar nota de nuestras ideas a medida que se nos vayan ocurriendo, ya que quizás al momento de escribirlas no podamos recordarlas. Así que podemos incluir comentarios y apuntes personales dentro del resumen, siempre diferenciándolos del texto fuente para no incurrir en interpretaciones incorrectas.
Durante la conformación del texto resumido debemos realizar una tarea de condensación; pero a veces encontramos párrafos o frases en donde el mismo autor ya ha realizado esta tarea, o bien encontramos una frase que permite comprender gran parte de la información brindada por el autor. En estos casos, podemos prever que esa frase o párrafo también serviré a los lectores de nuestro trabajo y que será muy útil citarla. En esos casos es conveniente extraer citas y adjuntarlas en nuestro resumen, incluyendo ya el número de página que necesitaremos para citarla. Eso evitará largas búsquedas de frases que recordamos perfectas pero que no podemos volver a encontrar.
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4.8.2- Cómo explicar y argumentar
Hemos considerado la superestructura del texto expositivo (introducción – desarrollo – conclusión), estructura que predomina en los textos académicos. Sin embargo, también hemos reconocido que incluyen aspectos explicativos y argumentativos: los textos académicos se construyen a partir de afirmaciones comprobables, limitadas y adecuadas a las ideas que queremos demostrar. Así, frases como: “El consumo de cereales es importante por varias razones”, deben limitarse en tema y comentarse con precisión, como por ejemplo: “El consumo de avena reduce el riesgo de cáncer gracias a la presencia de oligoelementos, de acuerdo con un estudio de la Organización X”.
Este tipo de textos, básicamente, plantea como punto de partida una pregunta (o tesis) que intentará responderse o defenderse a lo largo del texto. Para validar esa respuesta, los textos académicos necesitan demostrar una serie de conocimientos que nos permiten llegar a la conclusión final.
Al momento de escribir, podemos utilizar un esquema como el siguiente para organizar nuestra secuencia argumentativa:
Tesis que se intenta defender:
_________________________________________________
Argumentos a favor
Argumentos en contra
Conclusión/es:
¿Puede demostrarse la tesis? ¿Total o parcialmente? ¿Qué nuevas preguntas presupone la conclusión?
Es muy importante considerar los posibles argumentos contrarios a nuestra idea, su análisis nos permitirá buscar los argumentos para rebatirlos y adelantarnos a las posibles críticas que pudiera hacer nuestro lector; y así hacer más convincente nuestro texto.
Cada uno de los pasos que nos permiten justificar nuestra tesis para llegar a la conclusión final necesita ser mostrado y justificado por su autor. De allí la importancia de establecer una secuencia organizativa lógica en el texto, que
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no necesariamente repite la secuencia de investigación. En el caso de la argumentación las secuencias lógicas más utilizadas son las de comparación o contraste y causa- efecto.
A continuación brindamos una serie de expresiones y vocabulario útiles al momento de pasar por escrito esas secuencias lógicas.
Hacer comparaciones o contrastes
a diferencia de
al contrario
al igual que
asemejarse a
parecerse a
diferenciarse de
en cambio,
en contraste con
ser diferente de
ser distinto de
más/menos (adjetivo) que
no obstante,
sin embargo,
compartir las mismas características que
de la misma manera
del mismo modo
lo mismo que
tan/tanto como
tener algo en común
Relacionar causas y efectos
a causa de que
debido a que
así que
causar, desencadenar, producir, provocar, originar
como consecuencia/resultado/producto
implicar
por consiguiente/ eso/ este motivo/ lo tanto
porque
puesto que
ya que
responsabilizar
el resultado
resulta de
proceder de
resultar en
deberse a
[Escribir texto]
Bibliografía Lectura 4
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